martes, septiembre 30, 2003

tú me estás esperando en un café del centro, para desayunar juntos, para contarnos nuestras desdichas o ver el mundo desde lo alto del kiosko.

Llueve mucho. Llueve como nunca. Y los críos que van al colegio van ataviados, gracias a sus madres, con chubasqueros de colores y botitas de agua. A los niños les encanta meterse en los charcos. A mí, cantar bajo la lluvia. Como a oceransky. Y la gente se seca las gotas de la cara, como lágrimas que salieron sin querer, como cuando se llora avergonzado.

Cuando llego al café no estás, miro por el cristal y no encuentro tu silueta. Alguien me sorprende por la espalda. Cuando me giro para comprobar quién me zarandea, ahí estás, como una flor bajo la lluvia. Más radiante que el sol de agosto. Brillando en plena calle, sonriendo y disfrutando del agua que cae sobre tu cabeza.

Y me besas en plena tempestad, mientras que la gente sigue caminado entre los charcos.

Y tú, me bailas el agua. Y yo te bailo el agua a ti.

ChEcO...De ViEjOs rEcUeRdOs.

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