No me gustan los lunes, sobre todo si empiezan asÃ. Cada dÃa me duele más leer la prensa o ver las noticias, cada dÃa me aterra más ver imágenes de otros confines del mundo donde se padece el hambre o la guerra.
Que afortunados somos los que estamos a salvo de semejantes tragedias.
Ase unos dias sale auna cafeteria en la mañana , y me sirven el desayuno, café y media tostada. “Bush ordena un plan para usar armas nucleares contra siete paÃsesâ€�, leo en los titulares, y se me enfrÃa el cuerpo, el café y la tostada. Pero, ¿De qué va este tipo? ¿El presidente de uno de los paÃses más poderosos de la tierra sólo se entretiene diseñando estrategias bélicas?
Evito que el mal humor se apodere de mÃ, mástico el pan con mantequilla, remuevo mi café “manchaoâ€� encogido de hombros. Mi gesto de resignación dura unos segundos. “Otro atentado en Jerusalém acaba con la vida de 42 personasâ€�. Quizá deberÃa haber empezado por leer la programación, el horóscopo o las noticias del corazón, asà este desayuno no serÃa tan amargo. En un gesto de narcisismo descuidado me miro al espejo de la barra mientras sorbo el café. El tiempo me está aclarando la cabeza, mi cabello no es tan vigoroso, y me acuerdo de cuando me lo acariciabas tú en una playa del golfo. Al margen de estos temores.
Decido huir de la cafeterÃa, ánciado de verte, con necesidad de refugiarme en tu regazo. El mesero me cobra, parece que cada vez que pagas con pesos el dinero se escapa más deprisa que tú. Los argentinos pagan ya cuatro pesos por dólar. Quiero correr. Ir a buscarte.
Cuando por fin doy con tu silueta te propongo que nos vayamos a ver “El marido de la peluqueraâ€� por tercera vez, una dosis de humanidad no nos vendrÃa mal. Cuando apagan las luces y empieza la proyección me aprieto junto a ti. Te beso en la cara.
Me evado un par de horas de la cruda realidad.
ChEcO.
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